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Se jubila el karateka que partía las tablas de Ikea

DURO REVÉS PARA LA PRODUCTIVIDAD DE LA MARCA

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Hai «Billy» Cheng ha anunciado que se jubila después de 57 años de carrera profesional al servicio de la firma sueca Ikea, para la que trabajaba partiendo las tablas y maderas con las que posteriormente se fabricaban los muebles. Cheng ha difundido la noticia en su cuenta de Twitter, al aclarar a uno de sus seguidores que la última tabla que ha partido ha sido la de una estantería Expedit.

Tras los mensajes de algunos usuarios, que le han deseado un «merecido descanso», el karateka ha agradecido en varias ocasiones «el afecto» que le han mostrado. «Desde 1955, han sido muchos años de trabajo y toda una vida clavándome astillas en la palma de la mano, pero ha valido la pena llevar las artes marciales a un nuevo nivel de productividad y diseño», ha declarado a los medios. Fue el karateka quien, junto a Ingvar Kamprad, fundador de la marca, reformuló el modelo de fabricación de muebles en todo el mundo.

Según se explica en la propia página de la marca, Hay Cheng era capaz de partir 17 baldas Billy con un solo golpe «shuto uchi» con el canto de la mano, mientras que para trazar las molduras de la línea Stockholm, la colección premium de Ikea, Cheng debía recurrir a la técnica milenaria de los «cinco golpes de dragón silencioso». El maestro también se encargaba de poner y quitar cera a la mayoría de muebles.

En las numerosas entrevistas que ha concedido a lo largo de su vida -es una celebridad en Suecia-, Cheng siempre se mostró muy satisfecho al pensar «que los muebles de Ikea nacen con las hostias que le doy yo a un trozo de madera, y mueren con las hostias que les da el dueño al no poder montarlos, en lo que es un ciclo vital circular».

Lo han reemplazado por un señor muy enfadado que da golpes encima de la mesa

Pese a que Cheng parece irremplazable, la marca ya está buscando sustitutos y podría haberlo encontrado en un español, Jorge Granzúa, a quien definen como «un hombre muy futbolero que se calienta en seguida cuando se le habla de Mourinho». «Le sentamos en una silla, ponemos la madera en cuestión entre dos caballetes y empezamos a hablar de fútbol. Entonces llega un momento en el que se cabrea, da un golpe encima de la mesa y la parte», informan desde Ikea. Su método no es tan productivo como el de Cheng, dado que se necesita al menos un asistente «que vaya metiendo cizaña».

Si Granzúa no logra mantener la productividad del sensei, la marca pretende «ir un paso más allá» en su filosofía y limitarse a vender árboles y materia prima sin tratar para que sean los mismos clientes los que se ocupen de partir las tablas y fabricar sus muebles. «Los establecimientos Ikea se ceñirían, en ese caso, a prestar un hacha e indicar en un mapa a qué bosque deben dirigirse los clientes para encontrar sus muebles y a qué minas de hierro pueden extraer material para fabricarse los tornillos», explican desde Ikea.

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