Nueve días después de ingresar en el hospital Quirón San José para operarse por tercera vez de la cadera, don Juan Carlos ha decidido interrumpir su recuperación para salir a la calle a protestar por los derechos de los discapacitados que, como él, consideran inadmisibles los recortes del Gobierno que afectan directamente a las personas en situación de dependencia. Desde su coche oficial, estacionado en un aparcamiento para minusválidos del centro de Madrid, el Rey ha aplaudido y jaleado a los manifestantes, unas 50.000 personas según la organización.
«Los ciudadanos con discapacidades físicas o psíquicas que necesitamos atención constante estamos perdiendo los derechos fundamentales que tanto costó alcanzar», ha declarado a los medios, lamentando que «a los desafíos que nos imponen nuestras limitaciones biológicas haya que sumar ahora la lucha contra nuestro propio gobierno, que está para protegernos».
Voluntad de titanio
Este gesto del Rey se enmarca en una estrategia dirigida a recuperar el prestigio de la Casa Real, que pretende acercarse a los españoles en un momento crítico. El delicado estado de salud del monarca, que no ha querido oír los consejos de los médicos, añade más valor a su protesta. «La primera fase de la rehabilitación había ido bien y ahora le conviene descansar. Entendemos que tiene obligaciones pero está forzando mucho la máquina», ha explicado un portavoz del centro hospitalario, que no ha logrado retener a don Juan Carlos en sus instalaciones.
Su ejemplo ha calado también en otros pacientes discapacitados, que se han unido a las protestas en Madrid pese a estar ingresados. «Si el Rey sale a la calle recién operado, es que la cosa es seria», argumentaba uno de los manifestantes, que ha intentado derribar la puerta del Palacio de La Moncloa a bordo de una silla de ruedas BREEZY 250 Sunrise Turbo Boost.
