«¡Gracias campeón, es genial! ¿Lo has hecho tú solo? ¡Guau!» dijo Alfredo, de 45 años, cuando el hijo de su nueva novia le regaló una pieza de barro con una mano roja pintada encima y en la que pone «papá». La manualidad la hizo el niño ayudado por su madre unas horas antes de que Alfredo llegara para cenar. El regalo, que no se dijo en ningún momento que fuera hecho con motivo del día del padre, vino acompañado de otro regalo que le hizo Sara a su novio: un cepillo de dientes, «porque como te quedas tanto a dormir no tiene sentido que lo traigas cada noche». Mientras servía la cena, la mujer explicó que la mano la había hecho el niño «él solito y sin que yo le dijera nada» y luego apresuró a su hijo y a su novio a sentarse a la mesa «para cenar este estupendo besugo que ha preparado mamá».
«A veces el amigo de besos de mamá viene por la noche y entonces jugamos a irnos a dormir pronto y yo me voy a dormir pronto y ellos también pero en el sofá y beben Coca-Cola de mayores», explica el pequeño. «Mamá me ha prometido que algún día Alfredo me llevará al fútbol si me porto bien y no hago ruido cuando él está pero también me ha dicho que, si me comía todo el pescado, Alfredo me leería un cuento pero se ha tenido que ir».
La mano de cerámica quedó olvidada en la mesita que hay junto al sofá, antes de que Alfredo tuviera que marcharse al recordar de improviso «una cosa del trabajo». Pese a todo, al pequeño ha declarado: «Este amigo de mamá me gusta más que el anterior».