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Los recortes obligan a despedir a todos los polis buenos

LOS INTERROGATORIOS SE HARÁN SOLO CON EL POLI MALO

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El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, admitió ayer que la plantilla de la Policía Nacional se verá reducida en 2012 como consecuencia de los recortes que han sufrido las ofertas de empleo público durante los últimos ejercicios. Estos recortes van a cebarse especialmente en los polis buenos, de los que apenas quedaban tres o cuatro en cada comisaría, lo que obligará a abandonar la práctica de «poli bueno, poli malo» en los interrogatorios.

«En la coyuntura actual no podemos permitirnos los sueldos de los polis buenos a los que para mantener su buen humor hay que colmar de beneficios salariales», ha explicado Cosidó. «Con lo que cobra un poli bueno podemos mantener a 5 antidisturbios, tan necesarios en estos tiempos que corren. Éstos son más baratos cuanto menos cobran, de peor humor están y mejor hacen su trabajo. Por eso sus uniformes son tan ceñidos en la zona genital, para incrementar su mal humor».

Ante un policía normal, el interrogado se cierra en banda, pero después de un par de horas de interrogatorio el policía profiere una amenaza y abandona la sala. «Momento en el que aparece el poli bueno con un café y frases como ‘Venga muchacho, solo queremos ayudarte, campeón’, o ‘Explícanos lo que pasó, gordi’ y se genera cierta falsa sensación de complicidad con el criminal, que empieza a cantar como los pinreles de Joselito». A partir de ahora, ante la ausencia de poli bueno, el protocolo a seguir en los interrogatorios será el de «poli malo, poli muy malo» que, según asegura Cosidó, puede ser igualmente efectiva y «ahorrar incluso tiempo».

Durante 2011 ya hubo diversas quejas por parte de municipios que veían cómo sus escasos polis buenos eran sustituidos por policías «que a lo mejor solo estaban de buen humor los viernes, lo que obligaba a trasladar todos los interrogatorios a ese día». Algunos comisarios ya han confesado que, para paliar la ausencia de polis buenos, enseñarán expresiones amables a sus policías habituales con el fin de que desempeñen ese papel. Frases como «Vamos, yo sé que cuando le diste catorce martillazos a esa anciana no querías matarla, si yo lo entiendo el juez lo entenderá… ¿qué ocurrió, pichoncito?».

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