Su cuerpo, que fue la perdición de muchos conductores, ahora está curvado; sus piernas de leyenda se arrastran; sus brazos temblorosos nunca sueltan el bastón: Matilde Solera, la chica de la curva, uno de los mitos más aterradores de la carretera, ha cumplido setenta años. Lleva décadas haciendo autoestop en el kilómetro 352 de la nacional 340. Y lo que le ha dado celebridad como fantasma de la carretera es que solía señalar a los conductores que la recogían donde tuvo su mortal accidente. «Y muchos se asustaban y se pegaban unos trompazos que pa qué», señala Matilde.
«No es algo de lo que esté orgullosa, pero es mi condena como fantasma y a lo que estoy obligada a hacer por toda la eternidad. Pero claro, a mis años… ya no para a recogerme casi nadie por mucho que enseñe muslo». Matilde espera poder jubilarse y darse un «retiro espiritual», aunque desconoce a qué edad se jubilan los espectros.
«Ahora, si da miedo cuando la ves es porque, como se suba a tu coche, te pega la brasa», comenta el último conductor que se atrevió a recogerla. «Estuvo diciéndome que tenía muchas ganas de ir al más allá y poder descansar definitivamente. Luego me explicó que si antes las películas eran mejores, que si las muchachas de hoy en día son unas frescas… Me hizo llevarla en coche hasta el Carrefour mientras me hablaba de sus nietos. Pensé que aquel tormento no acabaría nunca».
El pasado lunes, la Direcciçon General de Tráfico (DGT) homenajeó a Matilde por su aniversario. «Es cierto que sus fantasmagóricas apariciones no son sinónimo de seguridad vial. Pero qué duda cabe de que es uno de los personajes más populares de la carretera española», dijo un portavoz de la DGT. Matilde, siempre con simpatía, aprovechó para reivindicar su trabajo. «Antes toda esta curva era campo, ahora la han asfaltado, han hecho doble carril… Y han puesto quitamiedos. Así no se puede asustar a nadie», se quejaba.
