Las autoridades se pusieron en alerta debido a las sospechas levantadas por dos de los productos que se fabricaban. Las primeras alarmas saltaron con unas pilas alcalinas que tenían toda la apariencia de ser una falsificación china pero que duraban más de quince minutos. Luego se detectó una partida de bombillas que no producían ceguera irreversible, como es habitual en las bombillas de baja calidad. El coste de los efectos nocivos de estas prácticas ilegales es muy difícil de cuantificar, pero se estima que el 7% de las falsificaciones chinas que se venden son falsificaciones.
Cada vez son más las empresas chinas de productos falsificados que protegen sus marcas falsas de las falsificaciones mediante falsos registros en falsas oficinas de patentes. «Tengo un falso certificado que certifica que mis falsificaciones son originales. No vamos a permitir que los fabricantes europeos nos quiten el mercado. Puedo acreditar tantos falsos certificados como sea necesario para defender mi posición», se quejaba un empresario chino de muñecos de Spiterman.