«La prueba de que se les trata bien es precisamente que no permitamos que ingieran la comida que la gente les echa. Cuando el público trae dulces típicos de su lugar de procedencia, algo muy común en cualquier espacio televisivo, nos encargamos de recogerlos y administrarlos velando siempre por el bienestar de los colaboradores. Si dejáramos que se lo comieran todo la situación sería inviable», argumenta Josep Tomàs, director de «Sálvame». Tomàs también defiende que los tertulianos estén «razonablemente apartados del público» con el fin de evitar agresiones y altercados detrás de las cámaras. «Ya es difícil respetar la legalidad en el plató. No podemos tomar riesgos adicionales», añade.
El suceso ha planteado la necesidad de crear un organismo externo a las cadenas y a las productoras que controle el trato que se les da a los tertulianos. «Nunca hemos drogado a nadie. Si vienen drogados o nerviosos de casa no es nuestra responsabilidad. Les damos agua e incluso conversación cuando no estamos en antena. Somos personas, no negreros, y ya no estamos en los tiempos de ‘Crónicas marcianas'», declara el presentador Jordi González.