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Una señora entra en una tienda Movistar y pide «el nuevo Guachunai Touch»

AMENAZÓ CON PASARSE A AIRTEIL

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Pilar Lozanías, de 62 años de edad, acudió ayer a la tienda de Movistar de la calle Gran Vía, en Madrid, y solicitó «el nuevo Guachunai Touch, ese que va con los dedos y que se conecta para hablar con Internet». El primero de los dependientes que la atendió preguntó a la mujer si se refería al teléfono móvil HTC Touch y la clienta lo negó rotundamente e insistió en que quería el nuevo Guachunai Touch, concretamente «el modelo que tiene Wiifit». Un segundo dependiente intervino mostrándole una versión del iPad que incluye conexión Wi-Fi. «Eso la molestó mucho. Nos dijo que no era tonta, que sabía lo que era un Aiplaid y que no se lo íbamos a endosar. Al final nos enseñó una lista de la compra arrugada donde, aparte de ‘Yogures con bítelchus’, ‘Brojilais de Neslé’ y ‘Hacendás de astrolabio chicley’, había escrito lo mismo que no paraba de repetir: ‘Guachunai Touch de Moviestar'», confiesa el empleado de la tienda.

Finalmente, el encargado del establecimiento consiguió convencer a Pilar Lozanías de que la mejor opción era el modelo Samsung Galaxy, pero en el último momento lo rechazó «porque no tenía sensodine».

Muy interesados en que la clienta no se pasara a otra compañía, los empleados de Movistar siguieron con la negociación hasta que Yosemaur, el hijo de Pilar, acudió en su ayuda con una grabación en vídeo del anuncio que ella había visto en la televisión y en el que, teóricamente, aparecía el modelo que quería comprar. «La cinta estaba en formato VHS, así que no hubo nada que hacer. Entonces ella se indignó y empezó a decir que cómo podía ser que en una tienda de alta tecnología no tuviéramos reproductores de vichisuá», explica el encargado. Impotentes, los empleados tuvieron que dejar que la clienta se marchara con las manos vacías «y dispuesta a cambiarse a Airteil».

Finalmente, a través de un familiar cercano, la señora Pilar Lozanías ha conseguido salirse con la suya: «Después de toda la audisea, ha sido ni más ni menos que mi yerno Toboido Barletas el que, pidiendo el favor a sus amigos gitanos del barrio de La Perla, me ha conseguido el dichoso Guachunai. Es de segunda mano y lo vendían en una paradita del Rastro, pero a mí ya me sirve. Total, si es sólo para poder ver las fotos del Greiscul cuando voy en el bus a buscar a mi marido, que trabaja en los almacenes del Decartón», ha declarado la mujer.

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