Incapaz de desconectar del trabajo en sus momentos de ocio, la arqueóloga malagueña Asunción Berjosa inició una intensa prospección en su casa con el objetivo de descubrir restos materiales de la vida anterior de su marido Juanjo. Aparte de una fotografía de su primera mujer escondida en el cajón de la ropa interior, Berjosa encontró, al adentrarse en los oscuros subterráneos emocionales de su esposo, un yacimiento sentimental repleto de rencores, esperanzas truncadas y crisis personales.
«Hay tantos sedimentos de su primer matrimonio que podría producirse una lenta pero imparable erosión de mi confianza en él», apunta la arqueóloga. Aunque su pareja insiste en que «todo esto está superado y no tiene sentido hurgar en memeces que quedaron atrás», Berjosa afirma que «la madurez emocional de Juanjo data del Mesolítico, por lo que necesito mucho más que palabras para quedarme tranquila».
«La conozco y sé que no se tranquilizará hasta que encuentre el esqueleto sin vida de mi primera esposa», explica Juanjo. «Luego será capaz de analizarlo, le hará las pruebas del carbono 14 y me dirá que sigue mirándome con deseo», añade con preocupación. Aunque Asunción Berjosa insiste en que «hay que remontarse a los orígenes para saber por qué nos va mal», su marido cree que «llevarse el trabajo a casa es también un motivo de ruptura».
Pese a las discrepancias y las tensiones, la arqueóloga sigue adelante con su exploración conyugal y ha precintado el armario de Juanjo «porque detecté restos de un perfume que no es el mío en una americana y se me han abierto dos vías de investigación: si se trata de una reminiscencia olfativa de su primera esposa el asunto será preocupante, pero como el perfume sea de la chica esa que ha entrado nueva en su departamento la vamos a tener de verdad», advierte Asunción. De momento, Juanjo se ha visto obligado a reciclar su muda de ayer hasta que su esposa termine de investigar.