Un equipo de geólogos adscritos a la Secretaría General del Mar y tres biólogos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) han descubierto un arrecife de neumáticos cerca de Cala Vidre, en l’Ametlla de Mar (Tarragona). Durante muchos años, estos ecosistemas se habían vinculado a zonas marítimas cercanas a desembocaduras, vertederos o complejos industriales. La presencia de este enorme arrecife en una de las regiones con más encanto de la costa catalana es considerada una auténtica joya a preservar.
«Difícilmente encontraremos estructuras geométricamente tan perfectas a 800 metros de profundidad», afirma uno de los expertos. Los científicos identificaron las principales especies estructurantes del arrecife, dominado por neumáticos Pirelli, Firestone y Goodyear de diámetros que oscilan entre las 26 y 38 pulgadas, la mayoría de ellos con cámara de aire y rodeados de equinodermos, cangrejos reales y peces. También se han hallado varios tampones acomodados en las grietas de las rocas marinas y un ejemplar de la Baticao que comercializó Cola Cao hace unos años.
La Fundación Biodiversidad se encargará de fomentar la protección del entorno, teniendo en cuenta que muchos de los neumáticos que se han encontrado podrían interesar en la superficie. La Ley de Conservación de la Flora, la Fauna y la Goma del Fondo Marino establece penas de hasta 3.000 euros para quienes dañen o saqueen los ecosistemas de plástico, caucho y otros materiales de reconocido interés industrial y marino.
Pese a las precauciones, no se descarta la organización de rutas de buceo diseñadas para que los curiosos puedan apreciar la belleza del arrecife. Se impondrá, eso sí, la condición de que no se lleven ninguno de los objetos encontrados por mucho que hubiesen sido de su pertenencia.
