Ramón admite que necesitaría usar un idioma «demasiado arcano y horrible» para definir con precisión «la puerta negra» que encontró bajo los ropajes de aquella señora. «Y, francamente, es un idioma que preferiría no usar ahora mismo, pues conduce a la locura a todo aquel que pueda llegar a oírlo», sentencia.
Aunque la mujer le dijo a Ramón que tenía «cuarenta y pocos», él asegura que lo que vio tiene un origen recóndito y que podría ser incluso anterior a la existencia del hombre, por lo que no descarta que la señora mintiera con la edad. «Sólo espero que esa cosa vuelva a la oscuridad de la que procede y que no vea la luz jamás», concluye Santafé claramente afectado.