El exdirigente de Batasuna, actualmente encarcelado, se descargó de la página web del Partido Popular el formulario de afiliación, lo rellenó y lo envió a la sede central de la calle Génova de Madrid. Allí pasó todos los filtros. «No es extraño que nadie se percatara de que era ‘ese’ Otegi, hay mucha gente que comparte nombre y apellido. Sin ir más lejos, en el partido tenemos a Manuel Fraga y todo el mundo sabe que no es el mismo Fraga de la dictadura, sólo se llama igual», argumenta Rajoy.
Poco después de que el exetarra fuera dado de alta en el PP, Luis Bárcenas -que se había pasado por la sede a hacer fotocopias «de unas cosas»- se encontró accidentalmente con la solicitud de Otegi, junto con muchas otras, al abrir un cajón sin querer mientras buscaba una grapadora de las grandes. Al ser sorprendido, el extesorero del partido advirtió a sus compañeros del alta de Otegi y luego abandonó apresurado la sede popular con sus fotocopias.
«Afiliarse era sólo el principio, Otegi también quería lograr un puesto en las listas del PP para después denunciar a la propia formación por tener listas contaminadas forzando así su ilegalización. Es más barato que quemar cajeros, y encima es legal», aclara un portavoz de la Policía Nacional.
«No sabemos si esto es sólo la punta del iceberg», dicen desde el Ministerio del Interior. «Es posible que en los dos grandes partidos de España haya afiliados ‘borrokas’ durmientes esperando denunciarse a sí mismos. Quizá habría que modificar la Ley de Partidos para que PSOE y PP puedan presentarse a las elecciones sin ser ilegalizados».