- La actualidad del mañana -
- La actualidad del mañana -

Este es tu último artículo gratis este mes. Te queda un artículo gratis este mes. Te quedan unos pocos artículos gratis este mes.
No renuncies a la Verdad, suscríbete

Suscríbete

Un señor se niega a calentarle los pies a su mujer

no está dispuesto a seguir compartiendo su calor corporal

Este contenido es posible gracias a las personas que respaldan El Mundo Today con su suscripción. Ayúdanos a seguir siendo el mejor medio de información del país y suscríbete.

Después de más de 40 años de matrimonio, Marcelo dijo «basta». Sucedió la noche de ayer, cuando su mujer, Rosario, acercó sus pies a los suyos pidiéndole tácitamente que se los calentara. En aquel momento, Marcelo se levantó de la cama y le dijo: «Esta noche no, ni hoy ni nunca más. Pongo fin a la opresión con toda la fuerza que Dios me pueda dar, pongo fin a tu tiranía gélida y monstruosa, nunca antes superada en el oscuro y lamentable catálogo de crímenes humanos. Hoy, Rosario, digo basta: ponte calcetines».

En el momento en el que Marcelo verbalizó su malestar se hizo un silencio muy incómodo entre el matrimonio. «Ella fingió sorpresa, pero llevo años quejándome de una manera más o menos sutil, regalándole calcetines, mantas eléctricas… El año pasado, de hecho, me metía en la cama con un saco de dormir, pero ella empezó a meterse conmigo dentro del saco y no solucioné nada», explica Marcelo. «Es cierto que quizá esta situación se hubiera arreglado con un poco más de comunicación, pero yo tengo mi manera de decir las cosas, soy un caballero».

Marcelo dice que lleva demasiados años callando. «Pero ya no más. Es hora de acabar con esto. Ella tiene que entenderlo. ¿Cuál es mi aspiración? Victoria, victoria a toda costa. Victoria a pesar del terror, por largo y duro que pueda parecer el camino. A partir de hoy yo y todos los hombres que se sumen a mi causa dormiremos calentitos y sin ser sobresaltados por la fría alma de nuestras mujeres», dice con los ojos brillantes mientras mira al infinito con la barbilla temblorosa.

Rosario, por su parte, se limita a decir que ahora que su marido no le calienta los pies apenas puede dormir. «No pegué ojo y no sólo por culpa de la violencia de la situación, sino porque tenía los pies helados. No dormía tan mal desde aquella vez que tuve diarrea y un ataque de hipo a la vez», explica la mujer. Su marido también recuerda aquella ocasión. «Al menos dormí caliente, joder», exclama.

spot_img

Apúntate a nuestro boletín de titulares

Últimas publicaciones

spot_img
spot_imgspot_img