Pero hoy, como ha habido redada en el 33, Mario vuelve a las cinco menos diez. Por su calle vacía sólo se ve a unos novios comiéndose a besos y el pobre Mario se quiere morir cuando se acerca para descubrir que es María con compañía. Sobre Mario, de bruces, tres cruces. Una en la frente, la que más dolió. Otra en el pecho, la que le mató.
Y otra miente en el noticiero: «Dos drogadictos en plena ansiedad roban y matan a Mario Postigo mientras su esposa es testigo desde el portal» en vez de «Cruz de navajas por una mujer, brillos mortales despuntan al alba. Sangres que tiñen de malva el amanecer».