«Nos prestamos a todo. Dejamos que nos peguen, que nos disfracen, que nos griten… Más no podemos hacer. Para el amor está el matrimonio. Es imposible que cubramos demandas afectivas porque exigen mucha implicación personal y existen demasiados riesgos», apuntaba una compañera de la víctima.
El hecho de que la prostituta acariciada insista en no presentar cargos contra el cliente hace pensar a los asistentes sociales que quizá está más afectada de lo que parece. «Ella dice que la caricia no fue nada. Pero entonces no entendemos por qué quiere proteger al agresor. Argumenta que no quiere perderle como cliente pero hay un brillo en sus ojos que nos hace pensar que el asunto es más grave», insiste la asistente social. El cliente se ha prestado a eyacular en la cara de la prostituta «para que todo vuelva a la normalidad». Los expertos estudiarán la propuesta mientras el detenido presta declaración.