La segunda residencia del banquero español Emilio Botín sufrió en la madrugada de ayer el asalto de un grupo de rumanos que consiguió neutralizar los servicios de seguridad para acceder al inmueble y pasar el mocho. Los delincuentes, que iban equipados con sus propios utensilios de limpieza, amenazaron al servicio con un bote de salfumán que luego utilizaron para dejar la bañera del baño principal como los chorros del oro.
«Tenía una serie de documentos amontonados en la mesa de mi despacho y me los han cambiado de sitio. No han respetado nada. No me gusta tener las cosas tan ordenadas, yo ya me aclaro con lo mío», se lamentaba esta mañana Botín ante los medios. El fuerte olor a lejía alertó a los guardias de seguridad que patrullaban la urbanización en la que se encuentra el chalé y, pese a la rápida reacción de las autoridades, los asaltantes consiguieron huir. «Dejaron todo el pavimento fregado tras de sí y, por lo tanto, tuvimos que esperar a que se secara para seguirles el rastro», admite uno de los agentes.
La Policía sospecha de los trillizos Petru, muy conocidos en Rumanía por su actitud violenta y su obsesión por la limpieza. «Empezaron limpiando las calles de borrachos y mendigos pero luego ya se conformaron con limpiar las calles a secas. La cosa fue a más y, cuando Rumanía ya olía a pino, se desplazaron a otras regiones hasta llegar a España», explica el comisario Rojas-Babí. «Todo el mundo sabe que el sector de la banca en España esconde mucha mierda», añade.
Aunque no hay que lamentar daños físicos ni materiales, el chalé tardará unas semanas en desprenderse del penetrante olor que ha impregnado el salón y parte de las habitaciones. «Usaron un jabón con lejía que, si no se aclara bien, luego impregna todo el parqué. Es probable que la aparición de la Policía impidiera a los rumanos pasar el mocho una segunda vez para aclarar el suelo. Por lo tanto, no debemos descartar que vuelvan para terminar la faena», advierte Rojas-Babí.