«Subí con Jaime en el ascensor y me dijo: ‘Malditas las ganas que tengo de volver a casa; imagino que nos oíste discutir anoche, así que ya sabes que está el ambiente cargadito’. Le mentí y le dije que no le había oído para que no se preocupara», explica un vecino de la pareja. «Mi sorpresa fue mayúscula cuando oí que volvían a discutir sobre lo mismo al cabo de diez minutos. Y lo más raro es que decían exactamente las mismas cosas», añade.
«Llevaban un guión, estoy segura, porque una vez oí a Jaime susurrarle a Maribel ‘Te toca a ti’ y luego recordarle las primeras palabras que ella tenía que decir. Y ella entonces empezaba a lanzar reproches de nuevo, pero muy sobreactuado todo y vocalizando mucho», explica otra vecina.
«Estamos estudiando alquilar un equipo de sonido. No es que nos guste airear nuestras cosas, pero creo que esta discusión sobre el plástico de los Tranchetes es de interés general. Mucha gente tiene dudas sobre eso», comenta Jaime.
El vecindario, sin embargo, cree que si la pareja repite las discusiones no es porque éstas tengan «un alto contenido intelectual o interés pedagógico», como opina Jaime, sino porque ambos disfrutan siendo el centro de atención. «El único tema de conversación que tienen son sus propios problemas. Y no sólo eso, sino que a veces tú discutes sobre algo con tu mujer y ellos al otro día polemizan sobre el mismo tema. O incluso replican escenas de pelis famosas, como el diálogo sobre el masaje de pies de Pulp Fiction, sólo que ellos lo hacen chillando y tirándose cosas a la cabeza».