Al ser acusado de actuar brutalmente, el inspector en cuestión se ha ofrecido a repetir la auditoría «si el señor Martínez cree que ha caído en malas manos. No me importa ponerme manos a la obra de nuevo e incluso, si no se fía de mí, puedo contar con otro compañero y juntos, mano a mano, volvemos a inspeccionar al dedillo las cuentas de la empresa y nos aseguramos de que están en manos de gente solvente y no de ejecutivos manirrotos. Estamos acostumbrados a los lamentos y a los argumentos ya manidos».
Antonio Martínez prefiere no repetir la experiencia y se queja de que «los contribuyentes estamos atados de pies y de manos ante los abusos del fisco, que despluma a todo aquel que tiene a mano sin miramientos».