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La SGAE cobrará un canon por la banda sonora de los sueños

EL MUNDO ONÍRICO DEJARÁ DE SER TIERRA DE NADIE

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Hasta ahora, el mundo onírico se había mantenido al margen de polémicas relacionadas con las entidades de gestión de derechos de autor. Sin embargo, el debate sobre esta cuestión sigue su curso y, poco a poco, instituciones como la SGAE van ganando terreno. Primero fue el canon digital, después la Ley Sinde (que combate las descargas en la Red mediante el cierre de webs) y ahora le ha llegado el turno al reino de los sueños. La recaudación se llevará a cabo mediante auditorías en las que diversos inspectores preguntarán a los españoles qué han soñado y, en concreto, qué música o escenas cinematográficas han recreado mientras dormían. Posteriormente se les facturará el montante correspondiente.

La propia SGAE ha reconocido que dicho cobro individualizado no se correspondía a su estrategia inicial: lo que se quería en un principio era cobrar un canon a los fabricantes de almohadas y colchones. El llamado «Lobby de la Siesta», sin embargo, presionó a Industria para eludir esta medida.

Teddy Bautista, presidente de la SGAE, se defiende de las críticas con contundencia: «Las compañías de almohadas y colchones alcanzan beneficios extraordinarios con unas ventas que, de manera indirecta, afectan a los autores. No porque mucha gente escuche música relajante para conciliar el sueño, sino porque, maldita sea, en los sueños la gente también canta».

Muchos son quienes consideran que este nuevo pago, y en especial el procedimiento de cobro, constituye una vulneración de los derechos ciudadanos. «Mi hija de cinco años se despertó el otro día porque un agente de la SGAE con bigote la zarandeaba para preguntarle qué había soñado», explica Maite Aurín, abogada de Coslada. «Yo misma tengo un sueño recurrente en la que soy Don Corleone y mi marido la cabeza del caballo. ¿Qué voy a hacer?», confiesa.

Los defensores del Copyleft proponen a los ciudadanos soñar con películas cuyos derechos de autor ya hayan expirado, pero esta solución no termina de convencer a la opinión pública. «Soñar cada noche con ‘Obreros saliendo de una fábrica’ de los hermanos Lumière es un peñazo. Prefiero seguir soñando con ‘El Padrino’ aunque sea en una versión turca y en ‘screener'», se queja Maite.

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