Aunque los médicos aseguran que una muerte como la de Andrés Soler «es físicamente posible», su esposa insiste en que «falleció haciendo el cafre y ese será el broche de oro a toda una vida dedicada a no afrontar los problemas con la dignidad de un hombre». Aunque se está a la espera de los resultados de la autopsia, la viuda está convencida de que «Andrés no tenía nada. Siempre se ahogaba en un vaso de agua, siempre le parecía todo difícil. Si hubiera estado enfermo hubiera gritado más, se hubiera notado que se estaba muriendo. Ese hombre murió para cumplir el expediente y ya está».
El fallecido será enterrado mañana por la tarde en el cementerio de Les Corts, en Barcelona, «sin aspavientos ni discursos. Él murió diciendo ‘Ah, aah’ y yo me voy a despedir diciendo ‘Oh, ooh’. Y punto. No daré más de lo que recibí», insiste su esposa.