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Astrónomos americanos concluyen que la Luna no vale la pena

LOS INVESTIGADORES SE CONFIESAN ENTRE DECEPCIONADOS Y ALIVIADOS

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El pasado 2009 fue el Año Internacional de la Astronomía: se cumplían 400 años de la invención del telescopio de Galileo y 40 años de la primera expedición tripulada a la Luna. Hoy, sin embargo, el director de la NASA, Charles Bardon, ha anunciado que el programa «Constellation», en el que se han gastado ya 6.600 millones de euros y que debía llevar de nuevo a los astronautas a la Luna, ha sido cancelado. «Que le den por culo», ha dicho incluso Bardon. La semana pasada se publicaron las conclusiones de un grupo de astrónomos independientes que, tras analizar los resultados de las investigaciones llevadas a cabo por la NASA y otras instituciones, ha concluido que, después de tantos esfuerzos, «la Luna no vale la pena, deberíamos mostrarle tanta indiferencia como ella a nosotros».

«No compensa», expone John Jaming, director de la European Astronomical Society (EAS). «Desde Galileo todos teníamos muchas esperanzas puestas en la Luna e, incluso, hemos llegado a ir allí. Se ha escrito mucho, hasta hemos puesto nombres a los malditos cráteres y eso que hay millones de ellos… Y ahora ya podemos exponer las conclusiones. Y las conclusiones son que, en fin, ahí está y es muy grande y eso, pero no da para mucho más que malas metáforas de enamorado».

«Es un sitio donde no se puede vivir, no se pueden cultivar patatas, no hay transporte público… Sólo de pensarlo me falta el aire», prosigue Jaming. «Mire, la Luna se aleja de la Tierra 2,7 centímetros al año. Esto lo hemos podido saber porque, cuando estuvimos allí, dejamos unos sensores y tal, y como hace 40 años que estuvimos hemos podido ir midiéndolo. ¿Usted sabe cuánto les ha costado a los estadounidenses obtener este dato? Digamos que les valdría la pena tatuarse el resultado en la espalda», se quejó ayer el especialista ante la prensa, cada vez más alterado.

En la NASA las conclusiones han causado aún más revuelo y Charles Bardon aconseja ir más allá: «De estudiar algo, lo que haría sería estudiar o bien meteoritos, cosas con fuego y potencialmente letales a lo Armaggeddon o, al menos, utilizar los telescopios para buscar lentillas y cosas realmente útiles para la ciudadanía».

«Por ejemplo, si alguien pierde una lentilla o un botón pequeño, llama a la NASA y enfocamos el telescopio espacial hacia donde sea», prosigue. «Llevamos años buscando galaxias que están a millones de años luz, así que un botón lo encontramos así», insiste chasqueando los dedos.

Los investigadores dan por zanjadas, pues, todas las indagaciones en torno al satélite natural de la Tierra. No descartan tener que tomar la misma decisión con Marte y el resto de cuerpos celestes, pero no quieren avanzar conclusiones precipitadamente. «Por lo pronto, a Marte hemos enviado ya un coche y no sé qué más. Al menos eso nos ha permitido saber que, si algo hay, son plazas de párking libres», concluye el director de la NASA.

Bardon añade que el futuro de los astrónomos es incierto y cree que, aunque las investigaciones sean poco satisfactorias, éstos seguirán observando la cúpula celeste con su insaciable curiosidad. «El problema es que todo lo que sea mirar estrellitas y cosas luminosas nos vuelve locos. Una vez me arrestaron porque estuve mirando durante horas a una señora que vestía un traje negro de lentejuelas».

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