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Sanidad ordena el cierre del restaurante «La salsita del chocho»

PODRÍA ATENTAR CONTRA LA SALUD PÚBICA

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Una tradicional casa de comidas situada en el barrio madrileño de Malasaña, abierta desde 1976, podría echar el cierre en los próximos días. El establecimiento, que según algunos clientes reúne las condiciones sanitarias mínimas, recibió varias denuncias de grupos feministas, que consideran que su nombre es sexista y atenta contra la dignidad de las mujeres.

«No lo entienden: el ‘chocho’ del nombre del bar no habla de la mandanga de las mujeres, con perdón», aclara Lorenzo Valdés, cocinero y dueño del local. «Es un homenaje a mi propia persona, pues todo el mundo me llama ‘chocho’ porque siempre he tenido mucha barba», insiste. El inspector de Sanidad que acudió al local argumenta, sin embargo, que el nombre del restaurante es del todo inapropiado para un local de sus características: «A modo de prevención, lo mejor es cerrar el establecimiento y luego comprobar qué usan para cocinar. Esto de mezclar los genitales con la comida no puede traer nada bueno».

Lorenzo, de aspecto basto y con aire bravucón, se muestra muy afligido por la decisión de Sanidad. «Es que todo es fruto de la casualidad. Es cierto que aparece una almeja en el cartel, pero eso es porque hago unas almejas muy buenas. Y con una salsita de rechupete. De ahí el nombre del bar, de mi mote y de la salsita de las almejas. No conozco a nadie a quien no le gusten las almejas jugositas. Al menos a mí me encantan. Y a las feministas que me han denunciado seguro que les gustan también, coño. Tienen toda la pinta».

Tatiana Corsé, líder de la asociación feminista «Agrupación de Mujeres No Estándares», asegura que antes de recurrir a la justicia intentó razonar con Lorenzo Valdés para que cambiara el nombre del restaurante. «Fue inútil y nuestra presencia en ese bar no hizo más que suscitar bromas de mal gusto sobre nosotras. Nos llegaron a ofrecer berberechos sin palillos para que los pincháramos con los pelos del bigote», explica Corsé. Según ella, las excusas del dueño del local son falsas: «En la cocina vimos a una señora entrada en años a quien los camareros pedían todo el rato ‘más salsita para la mesa catorce'».

Valdés, por su parte, se limita a tender una mano amistosa a los que quieren cerrar su restaurante: «Yo invito tanto al inspector de Sanidad como a las feministas que me denunciaron a que vengan aquí y prueben el bacalao con higos que hago. Les juro que es una cocina delicada y fina. Vamos, es que se les iba a hacer el chocho moscatel. Dejarían todas las bragas como los sobaos pasiegos que hago en el bar y que, por cierto, quitan el sentido. Mejor que el sexo».

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