Pese a las reticencias de algunos de sus consejeros, que han pedido a Manuel Giménez que se tome unos meses para reflexionar sobre su situación, el presidente de la mayor marca española de congelados ha sido taxativo y en la rueda de prensa que ha organizado para decir «cuatro cosas sobre la vida» y anunciar el cambio de rumbo de la compañía no ha tardado en hacer alusión a su situación personal como ejemplo de que el lema de la empresa podría inducir a la publicidad engañosa: «Yo soy un buen partido y sin embargo mi mujer me ha abandonado. Por tanto no es sólo que lo bueno a veces no pueda salir bien, sino que a veces todo puede ser una mierda. Voy a sugerir a los publicistas que busquen un nuevo eslogan concebido desde el realismo. Que la gente lo sepa y que dejen de fiarse de estas consignas optimistas que lo único que hacen es que la vida nos sorprenda pegándonos unas hostias como merluzas congeladas».
Según ha explicado Giménez durante casi tres horas, el eslogan «lo bueno sale bien» fue fruto de una etapa en la que vivía «cegado por el amor y la tontería». Fue durante ese período también en el que se dio el visto bueno a la figura de Rodolfo Langostino, una gamba langostinera con aires de seductor latino. «¿Por qué Rodolfo Langostino está tan contento? Cuando se dé cuenta de que con tanta pesca estamos a punto de extinguir su especie no se reirá tanto. Voy a pedir a los publicistas que a partir de ahora Rodolfo sea un personaje taciturno y amargado y alcohólico. Y que deje de ser argentino por Dios… Odio esa alegría tan estúpida de los argentinos» ha concluido chillando. Luego, miembros de su propia factoría lo han acompañado a casa.