Hace cinco meses, la aerolínea Vueling radicalizó su política de recorte de gastos y decidió sustituir algunas de sus aeronaves por catapultas, apelando a aquellos clientes «que quieren viajar con lo mínimo y al mejor precio» en palabras de Josep Piqué, responsable de la empresa. La estrategia ha tenido el éxito esperado y por eso ahora se ha decidido ampliar la oferta añadiendo tres nuevas catapultas a la flota. «Si el reglamento permitiera que los bebés viajaran solos, bastarían un arco y una flecha», añade Piqué.
Las catapultas se han construido siguiendo los métodos tradicionales y para accionarlas basta el esfuerzo de tres becarios con puntería. «No hay escalas y puedes usar el móvil durante el trayecto, que por cierto se te hace muy corto tal y como dicen en la publicidad. Dispones de espacio de sobras para las maletas y si te aburres puedes dedicarte a dar patadas a los pájaros que se cruzan en tu camino», explica uno de los clientes de la aerolínea.
Esta modalidad de vuelo sólo está disponible para trayectos cortos -los más solicitados son Madrid-Guadalajara y Barcelona-La Floresta- y para viajeros cuyo peso no supere los setenta kilos. «A los que excedan ese peso les prometemos un viaje alucinante de una terminal a otra, pero nada más», aclara Piqué.