A Carmen le turba que su marido emplee sus famosos «ya va, ya va» con intenciones distintas dependiendo del contexto: «Hay momentos más íntimos, podríamos decir, en los que pone exactamente la misma cara de embobado y dice ‘ya va, ya va’ pero entonces sí que se viene y ya puedes plegar», se queja.
Su marido defiende que se comporta con honestidad y culpa a Carmen de exagerar la situación: «Cuando miento porque miento y cuando soy sincero porque soy sincero. Una vez me preguntó cómo le quedaba un vestido y, por ofrecerle mi punto de vista, me dejó sin cenar durante una semana».
Carmen replica que el «punto de vista» de su marido consistía en un artículo de 20 páginas titulado «En torno a los conceptos de vacío, presión y volúmen. Estudio sobre el confinamiento de partículas en espacios reducidos» y que incluía varios esquemas desplegables. «Se cebó con las fotos de ‘antes y después’ y con el gráfico de ‘evolución del cariño'», explica Carmen con lágrimas en los ojos. La mujer dice que no aguantará una más. Mario, sin levantar la vista del libro que está leyendo, dice «que sí, mujer, ahora mismo». Y ella se pone a buscar abogados en las páginas amarillas.