«Lo de que solté un gritito de chica no es cierto, lo que pasa es que estábamos hojeando unas revistas en la habitación del ‘Johnny’ y al abrir un desplegable vimos una araña. Estás fijándote en las jamelgas y de repente, ‘placa’, un bicho horrible» explica Ricardo, «Rick» para sus amigos. Éstos reconocen que sonreirían al recordar el momento si no fuera porque ellos también pasaron un mal rato intentando decidir qué hacer con la araña, que reposaba impasible en el regazo de Ricardo mientras éste pedía ayuda a gritos y gesticulaba con aspavientos.
«Rick siempre describe sus peleas y también nos gusta hablar de motos y de mujeres, muchas de ellas mayores que nosotros» explica Juan, de 16 años, mientras intenta fingir, con poco éxito, que no tiene frío vistiendo una camiseta de tirantes en pleno noviembre.
«Somos los más duros de todo Hospitalet, pero ahora todo el mundo sabe lo de la araña y me da miedo volver al instituto. Muchos aprovecharán para vengarse de todas las amenazas, coscorrones y empujones de los últimos años. Hemos vivido de nuestra imagen hasta hoy. A partir de ahora, no sé, quizá nos pongamos a estudiar como los demás. O quizá es que somos gays o yo qué sé. Estoy muy confuso», sentencia Juan, que abre mucho las piernas para que no se le caigan los pantalones.
Los dos amigos de Ricardo culpan a éste de «meterles el miedo en el cuerpo» con sus gritos y expresiones de pánico. Aseguran que en otras circunstancias todo hubiera sido resuelto con normalidad y eficiencia. «Yo la hubiera podido matar a mordiscos o lo que sea. Incluso me hubiera atrevido a quemarla con el mechero, porque como fumo, pues tengo mechero y hago esas cosas», asegura Raúl Padilla.
Según el testimonio de la hermana de Johnny, que escuchó los gritos desde su habitación y acudió a socorrer a los muchachos, el momento más incómodo se vivió cuando Raúl dio un manotazo a la araña quedando ésta colgando de su mano mediante un fino hilo. Raúl empezó entonces a correr en círculos sin saber qué hacer y pidiendo unas tijeras.