«Si no quiere escucharme que lo diga, pero si empezamos a bostezar y a lanzar indirectas es que no hay comunicación y no vamos bien», dice su esposo Antonio. Al parecer, el marido de Felisa puede llegar a ser un pelín «cargante» según algunos conocidos y podría estar acomplejado por esto. De ahí su exagerada reacción. Además, cierta tendencia a la neurosis agravada por el hecho de estar en el paro podría haber mermado su autoestima. El caso es que últimamente se muestra más susceptible a las críticas y desconfía de todo el mundo.
Felisa mantiene que si bostezó fue porque estaba cansada y no porque no le interese lo que pueda explicarle su marido. «Todo el mundo cree que es un pesado, pero yo le quiero y siempre le escucho con atención, pero es que ayer estaba realmente cansada, leñe» se defiende. «Además, llevaba dos horas y media hablándome de un granito que le ha salido en la espalda y yo le decía que era un grano normal y él erre que erre que si se iba a morir».
Pese a las explicaciones de su mujer, Antonio insiste en que su relación ya no tiene sentido. Felisa, por su parte, argumenta que si se ha tomado así un simple bostezo no quiere ni pensar qué hubiera ocurrido si se hubiera tratado de otra cosa. «Llevo cinco años de matrimonio aguantándome los pedos por respeto, y ahora bostezo y parece que le haya escupido a la cara, manda narices» se lamenta la mujer.