La multinacional Microsoft puso ayer a la venta su nuevo producto estrella, que «está llamado a conquistar al consumidor medio gracias a un diseño simple, funcional y de estética cuidada» en palabras de Steve Ballmer, presidente de la compañía. Ballmer definió el nuevo sistema como «una colección de cajas que son de un color o de otro dependiendo del usuario al que vayan dirigidas, como si fueran trajes a medida. Hay una caja negra para los que buscan sofisticación y seriedad, otra azul para los que solicitan elegancia y, por último, tenemos la caja verde para usuarios avanzados que se atreven con todo». Pero la oferta no se limita sólo a sofisticadas cajas de cartón con aires de modernidad. «Hemos reservado una pequeña sorpresa en el interior. Son discos plateados que, al recibir luz, emiten destellos parecidos a los del arco iris», reveló el responsable del gigante informático.
La compañía confía en el éxito seguro del lanzamiento puesto que esta vez se ha tenido en cuenta un factor esencial en el desarrollo de la informática doméstica: no todos los consumidores quieren el mismo tipo de caja. «Yo ya tengo muchas cajas en casa. Cajas hechas de cartón, de aluminio, de plástico… No estaría dispuesto a invertir en otra caja que no ofreciera algo distinto, algo adaptado a lo que yo necesito» reconoce Jesús Morle, poseedor de una de las primeras cajas que aparecieron del sistema Windows 95 «y que no he cambiado porque las que salieron después se parecían mucho». Morle reconoce que esta vez Microsoft se ha esforzado en ofrecer «una caja que tiene como una curva en el extremo superior derecho y, además, un logo de Windows que no es de colorines sino completamente blanco, como si dijera que esta vez va en serio y que no se está de hostias. Y es que encima la puedo tener en azul, y yo no tengo nada azul en la estantería del despacho. Creo que me haré con esa caja, maldita sea», confiesa.
Esta vez, Microsoft parece haber tomado precauciones frente a los peligros de la piratería, puesto que en la página web oficial se asegura que «ahora será mucho más difícil que la gente use nuestras cajas para guardar en ellas objetos que no nos han comprado directamente a nosotros».
