El personal del hospital acusa a Amaya de ser como el popular doctor House «pero sin la cojera y con tetas y una fregona en la mano», dice una enfermera. «Siempre dice cosas impertinentes y a veces incluso intenta diagnosticar a la gente a la ligera y sin ningún cuidado», explica uno de los médicos. «Encima se suele inventar los nombres de las enfermedades diciendo cosas como ‘Degeneración de Fairy’, ‘Pelambritis crónica’, ‘Criticardia Lamberdis’ o ‘Pezón mucoso’. Y luego los pacientes vienen exigiendo tratamientos que ella les ha recomendado».
Al parecer, la dirección del centro ha intentado despedir a Amaya en múltiples ocasiones, pero nunca se consigue que firme la dimisión porque se va corriendo asegurando que tiene vómitos que limpiar en la sala de quimioterapia.