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Un bebé feo provoca una avalancha de comentarios hipócritas

LAS BROMAS SOBRE SU FEALDAD YA CIRCULAN EN LA RED

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Desde que Antonia Asensio se incorporó al trabajo tras su baja maternal, no ha hecho más que hablar de las monerías que su bebé hace en casa. Ayer, tras innumerables peticiones de sus compañeros, llevó la criatura a la oficina. La decepción se apoderó de todos cuando vieron el aspecto del pequeño. «A la mayoría de bebés te los comerías. Pero a este lo pondrías a trabajar descargando cajas en el puerto», dice una compañera de Antonia que, delante del bebé, dijo que era «más dulce que la miel y más bonito que los colibríes». Otra oficinista, que ante la madre afirmó que el niño había salido «todito al padre», declaró en privado que «si bien hay niños que salen al padre o a la madre, este ha salido al pelirrojo de CSI Miami».

Uno de los ofensivos fotomontajes.
Uno de los ofensivos fotomontajes.
«Este piratilla me tiene robado el corazón. ¿A que sí que me lo tienes robado? ¿A que sí? Sí, sí, sí, y tanto que sí», repetía una y otra vez la jefa del departamento mirando el carrito del bebé mientras ponía una voz extremadamente aguda y molesta para cualquier adulto. Cuando la madre se ausentó, pidió que alguien le quitara al «bicho» de delante.

«Me arrancaría los ojos de lo bonito que es», podía oírse aquí y allá. La exageración era tal que a veces la madre se sonrojaba y decía: «Bueno, bueno, tampoco hace falta pasarse». Pero los compañeros, erre que erre: «Pues si ahora ya es guapo, imagínate cuando crezca y le salga barba, todas se pelearán por él». Y todo eran risas de complicidad. El bebé, ajeno a todo, se limitaba a chupar grapadoras y demás objetos que le ponían en sus manos para que jugara.

«A ver, es que la madre tiene que saber lo de su hijo. Ella sabe que su bebé no parece el hijo de Brad Pitt precisamente. ¿Pero qué va a decir? Esto es como cuando el frutero te dice que sus tomates son buenísimos y luego no sirven ni para hacer puré. Pero claro, son sus tomates y vive de ello», dice un compañero.

Todos hacían fotos al pequeño con sus móviles para hacer ver que halagaban a la madre, pero luego las usaban para enviarlas por Internet y hacer bromas a su costa. De hecho, a la hora de la tarde era tal la fama de la fealdad del bebé que muchos desconocidos acudieron al domicilio particular de la madre para ver «a esa cosita» que circulaba en la Red. Y ésta, claro está, lo enseña con orgullo sin sospechar los verdaderos sentimientos de los interesados que, a día de hoy, son tantos que han empezado a colapsar la escalera del edificio.

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