«Yo entiendo que no es bonito que Jesucristo Nuestro Salvador estampe la cara en mis calzoncillos. Pero quizá lo hace porque ya ha agotado otras vías. Yo no lo sé ni lo juzgo. Sólo quiero la verdad» asegura Antonio. Mayra Oscureile, especialista en parapsicología, corrobora que «los palominos de Antonio no son azarosos y las marcas marrones nos llevan a Cristo. Lavando se van, pero luego vuelven. La fe trasciende la higiene».
Aunque la madre de Antonio Sancho siga diciendo que «mi niño es muy religioso pero también muy guarro», su hijo ha decidido que no se lavará los calzoncillos durante varios meses «porque intuyo que Jesús está intentando decir algo pero no le damos tiempo con esa manía que tenemos de lavar la ropa cada día y con detergentes fuertes».