Jaime Peñafiel, periodista experto en Casas Reales, ha querido quitar hierro al asunto asegurando que «se trata sólo de la barba porque lo demás sigue en orden; por poner un ejemplo, se me ha confirmado que las ingles de la Reina continúan en perfecto estado de revista».
El experto en protocolo Joaquim Borràs advierte del peligro que conlleva una relajación en las costumbres: «el Rey es un ejemplo para el ciudadano. Si el Rey eructa, se rasca los genitales o da patadas a los gatos, esto puede convertirse en hábito entre la población. Si la Reina decide no depilarse, lo mismo. Son prescriptores y, por lo tanto, de ellos depende que no volvamos al Neandertal».
No todos critican la presunta dejadez del Rey. El entorno republicano incluso parece aplaudir su desinhibición. «Ahora resulta que es noticia que el Rey no se afeite. Pero en realidad son más las cosas que no hace que las que hace. El día en que haga algo, entonces sí debería salir en las portadas. Mientras tanto, dejen que no haga lo que quiera porque ya no viene de aquí» razona Joan Tardà, diputado de Esquerra Republicana de Catalunya. El diario Público también ha evidenciado sus tendencias republicanas titulando en su portada «Al Rey ya se la suda todo».
El cardenal Rouco Varela, por su parte, no ha querido pronunciarse respecto a la barba de don Juan Carlos «porque la estética es algo personal», pero sí ha apuntado que «tarde o temprano deberá cortársela aunque sea un poco porque si no los niños pueden llegar a confundirlo con Gaspar y Melchor y esperar por tanto que regale cosas a los españoles».