Monrad remarca la importancia de la colección teniendo en cuenta que «es mucho más difícil pintar cuando no tienes formación que cuando te han enseñado todos los trucos». Dylan corrobora que, efectivamente, «los abstraccionistas esos del futurismo y toda la mandanga se las sabían todas» pero defiende el arte «de los que no tenemos ni zorra» puesto que «los buenos de verdad, que yo sepa, ya están muertos».
«Es normal que un pordiosero tenga un brazo más largo que otro»
Admitiendo sus limitaciones, el autor afirma no atreverse con los bodegones «porque es estarte media hora copiando aguacates». Su objetivo como artista plástico es el mismo que el de sus composiciones musicales: «Me interesa plasmar cosas muy así del ser humano, sensaciones raras como cuando te pica algo, cuando te suena alguien y no sabes de qué o cuando se te duerme una pierna, por ejemplo. Lo que pasa es que en pintura eso es complejo, yo a priori lo dibujaría con curvas».
Huyendo del arte puramente lúdico, Dylan muestra una honda preocupación por lo social: «Quiero pintar la democracia y estoy pensando cómo. Creo que empezaré dibujando pobres que, quieras que no, aunque no sepas de anatomía no pasa nada porque es normal que un pordiosero tenga un brazo más largo que otro y esas cosas. Mira, esto se me acaba de ocurrir, pero estaría bien pintar un pobre comiendo caviar. Esos contrastes, ¿no?».