De Miguel Ángel, el genial autor de los frescos de la Capilla Sixtina, se desconocen aún partes considerables de su biografía, especialmente de sus años de formación en la Florencia de los Medici. Ahora un hallazgo podría aportar algunos datos más sobre el joven genio. En un patio de una casa renacentista del centro de la capital toscana ha aparecido parte de lo que parece ser una piscina olímpica que, según algunos indicios, habría sido pintada por Miguel Ángel cuando contaba unos diecinueve años.
“Todos hemos hecho ese tipo de trabajos temporales” explica Gianni Manadalia, director de la Galería de los Ufizzi, “y en el Renacimiento también era algo habitual sobrevivir a base de ir haciendo chapucillas”. La piscina fue pintada en azul turquesa, tal y como se sigue haciendo hoy en día, incluso con la típica línea negra del fondo. En eso Michelangelo no se atrevió a salirse de los cánones académicos.
“Nada en esa piscina nos permite adivinar que quien la pintó acabaría siendo el más grande artista de su tiempo”, comenta Manadalia. “Las pinceladas son planas y uniformes, sin gracia, no hay expresión en esa piscina, es un trabajo francamente mediocre”.
Como suele ser habitual, la noticia del hallazgo ha desencadenado la aparición de otras supuestas obras tempranas del pintor, como una pequeña tablilla en donde se puede leer el aviso “vietato fumare”, el techo de un sótano en donde se simula la visión de mujeres con falda vistas por debajo e, incluso, doscientos metros de línea discontinua de una vieja carretera secundaria.