Fueron pocos los que no vieron en el bebé una excusa idónea para dejar de estar delante del ordenador durante un rato. La persona que más tiempo sujetó a la criatura fue Delfina Casas, que según sus compañeros lleva dos años «intentándolo». No pudo contener las lágrimas cuando devolvió al niño a su madre porque éste no dejaba de llorar. «Es su hora de la tetita», dijo Valentina, que se puso a amamantar a su retoño haciendo ver que no le resultaba embarazoso. Sus compañeros también hicieron ver que no les resultaba incómodo y el proceso culminó con un provechito y aplausos.
A última hora del día, el director del departamento intentó poner algo de orden pero fue inmediatamente enternecido por el suave llanto del bebé y no pudo resistirse a cogerlo en brazos. Luego le vomitó en el traje y todo el mundo rió distendidamente, olvidando por un momento los roles profesionales de cada cual. Para hoy se espera que el trabajo vuelva a la normalidad, aunque por la mañana muchos no recordarán que como fondo de escritorio pusieron una fotografía de mala calidad del niño sólo para hacer feliz a la madre.