Los usuarios que se toparon con él no podrán olvidar la experiencia. «Todos íbamos apretados para dejar cierta distancia, pero cuando subieron más viajeros fue inevitable que una mujer tocara una de sus tetillas peludas con la cara. Luego hubo un momento en que se agachó a recoger el maletín y yo estaba sentada y puso su trasero a la altura de mi cara. Por un momento sentí que aquel oscuro abismo me engullía» confiesa una afectada. «Con el traqueteo la panza se movía como una lámpara de lava, era hipnótico», asegura otro testimonio aún alterado.
El causante del alboroto cree que la reacción ha sido desmedida. «Yo suelo ir siempre muy bien vestido a trabajar», explica Matías Carbonell, «pero siempre tengo que aguantar a jovencitas enseñando el ombligo y cosas así… En fin, una vergüenza. Así que vine en bermudas como señal de protesta, primero para que haya más decoro y segundo para demostrar al mundo que yo también estoy a gusto con mi cuerpo, porque cuando va uno de esos ‘reguetones’ enseñando los musculitos nadie se queja tanto, en cambio lo hace un señor con un problema glandular como yo y se arma la de Dios». Lo cierto es que, pese a esta declaración de principios, Carbonell ha comprobado que resulta realmente cómodo ir «a pecho descubierto», por lo que «mientras dure el veranito» acudirá al trabajo así.
Para evitar futuros incidentes, el Ayuntamiento de Barcelona ha facilitado un GPS a Matías Carbonell. De este modo, y mediante el sistema de localización permanente de Google Maps, el resto de ciudadanos podrá planificar rutas alternativas teniendo en cuenta la situación de Carbonell. «Puede parecer un atentado contra la intimidad del ciudadano», ha explicado el alcalde Jordi Hereu, «pero la normativa de ‘Civisme’ nos permite llevar a cabo este tipo de prácticas. Y además él ha expresado su conformidad si así la gente deja de quejarse. Todos contentos».