«La joroba es una forma de vida»
En Japón, donde se inició la moda, muchas muchachas reciben como regalo de sus padres una operación estética para implantarse una joroba de silicona. Si no se las regalan, acaban recurriendo a clínicas ilegales donde les rellenan la joroba de materiales plásticos de mala calidad como muñecos pasados de moda. Una chica murió hace dos meses cuando un Son Goku le provocó hemorragias internas. Otras, las más arriesgadas o las que tienen menos recursos, se tiran por las escaleras con la intención de lesionarse la espalda.
En la Red intercambian «looks» y se recomiendan peinados y prendas de ropa que realzan sus jorobas. Muchas adolescentes se tatúan a jorobados ilustres en sus brazos, como el jorobado de Notre Dame o Toulouse-Lautrec. Son los nuevos ídolos de la juventud, aquellos a los que recurren los jóvenes para darse ánimos y encontrar inspiración en su búsqueda de la joroba perfecta.
«Ser jorobado», comenta en un foro una chica de 16 años, «es más que un estereotipo físico, es una forma de vida, una manera de afrontar la realidad. La joroba representa nuestros deseos y frustraciones, todo lo que nos echamos a la espalda. El bultito del amor. Seguiré andando encorvada lo que haga falta, es cuestión de tiempo que me joda la espalda y entonces seré libre y bella. No pienso parar hasta que pueda apoyar un vaso en la espalda sin que se derrame».
«Hoy me he colgado dos bolas de petanca del cuello», explica otra en el mismo foro. «Al llegar a casa me he medido, como siempre, la espalda. Sigue igual. Soy una mierda. Me miro en el espejo y me veo plana plana plana y con una espalda perfecta y horrible. Soy una mierda. Una auténtica mierda».