El niño, de ocho años, no quiso hacer declaraciones aunque estuvo de morros durante toda la celebración y sólo se levantó al cabo de una hora para darle una patada a una puerta. Según Ángela Rosales, la madre de Enrique, el crío «ya había recibido algún cachete pero sin duda es la primera vez que se le abofetea en público. Yo creo que eso es lo que más le ha dolido, el hecho de que se le pegara en público. Pero a mí también me avergüenza su comportamiento delante de la gente, así que cuanto más lo pienso más contenta estoy de lo que ha hecho mi marido».
Los padres de «Kike Brasas» aprovecharon la repercusión mediática de la bofetada para reclamar al Ministerio de Educación «que se den algunas claves para los padres que tienen hijos que se comportan como idiotas, porque yo tampoco disfruto con la violencia pero a ver quién es el guapo que aguanta eso día tras día y con la mano quieta. Les aseguro que leyendo la Constitución o la lista esa de los Derechos Humanos no se le pasan las ganas de hacer el imbécil», insiste Rosales.