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Confunden a Sean Connery con el tonto del pueblo

LE HAN ARROJADO HORTALIZAS PENSANDO QUE ERA UN BORRACHO

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El actor Sean Connery ha aprovechado sus días de descanso en la bahía de Santander para visitar el municipio de Camargo, donde en estas fechas se celebra el V Festival de la Sidra. Esta mañana, a petición de las autoridades locales, el escocés se ha dirigido a las gentes del pueblo de Maliaño desde un balcón situado en la Plaza de la Constitución y, sorprendentemente, han sido pocos quienes le han reconocido y la gran mayoría ha creído que se trataba de un gracioso o del tonto del pueblo. «Lamentamos lo ocurrido, el error es nuestro por no avisar a los ciudadanos de la presencia de la estrella. Dimos por supuesto que todo el mundo sabría quién es, pero no ha sido así. Tampoco ha ayudado el hecho de que subiera al balcón con un chorizo que le han regalado en la feria de artesanos» ha declarado el alcalde de Camargo, Ángel Duque. «Se ha puesto a hablar en inglés pero muchos han creído que balbuceaba, así que han empezado a decirle que se bajara de una vez y dejara de dar la nota», explica uno de los testimonios del suceso. Afortunadamente, Connery ha creído que los gritos y las burlas de la gente -que ha llegado incluso a lanzarle hortalizas- eran muestras de jolgorio.

El discurso improvisado y entusiasta de Sean Connery ha contrastado mucho con la indignación de los presentes, pues mientras el actor aseguraba que su éxito en el cine no habría sido posible «si no hubiera aprendido a leer y escribir a la edad de cinco años», uno de los espectadores respondía gritando «cállate la boca y cómete el chorizo ese que llevas, borracho, a ver si te hace cojín en el estómago». El alcalde, al percatarse de lo que estaba sucediendo, ha emplazado a Connery a interrumpir su parlamento, pero el actor ha insistido en proseguir porque no había terminado. Al ver que se resistía, el público ha empezado a lanzarle objetos, que Connery ha agradecido levantando los brazos y diciendo «gracias, gracias» en un precario español.

«Ha sido un claro ejemplo de incomunicación cultural. A ojos del pueblo, se trataba de un viejo espontáneo que hablaba mal y que llevaba un chorizo en la mano. En cambio, Connery percibía unos fans eufóricos y un tanto rudos que lanzaban tomates al aire. La suerte es que se ha ido sin darse cuenta de la situación», argumenta la antropóloga Rosaura Gil.

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