Un grupo de cien indígenas brasileños de la etnia tupiguaraní aterrizó ayer por la tarde en el aeropuerto de El Prat de Barcelona y se desplazó -con arcos, flechas y el atuendo típico de su cultura- hasta la Plaza Sant Jaume, donde se ha erigido un improvisado campamento indio ante la estupefacción de las autoridades. Dara, líder de los indígenas, reveló ante las cámaras de televisión que José Montilla «debe regresar con nosotros ahora que la enemistad de su familia con el clan de los ‘Enawene Nawe’ ha terminado». La Generalitat ha emitido un breve comunicado en el que asegura que se trata de una «extraña confusión» y se insiste en que el Presidente nació, «como todo el mundo sabe», en Iznájar (Córdoba), emigrando a Cataluña a los dieciséis años e «integrándose ejemplarmente en la cultura catalana». Jordi Buch Oliver, autor de «Montilla, de emigrante a presidente», afirma que sus investigaciones «podrían cuadrar con la versión de los indios».
El líder de los tupiguaraníes, que se expresa de forma serena pero firme en perfecto portugués, alude a un pasado oculto de José Montilla, que supuestamente tuvo que huir de Brasil por un enfrentamiento entre tribus que hizo peligrar su vida y la de los suyos. «Entendemos que borrara su pasado para salvarse, pero ahora que el líder de la ‘maloca Toototobi’ ha muerto, ya no tiene que ocultarse y su deber es volver con nosotros, con los suyos, de quienes separó la injusticia».
De momento, José Montilla no se ha pronunciado sobre el tema más allá del comunicado oficial. Los indios aguardan impacientes y aprovechan para visitar la ciudad, atrayendo la mirada de los transeúntes y de algunos medios brasileños que también se han desplazado al campamento.