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Un conejo dona su cuerpo a una paella

EXPRESÓ SU ÚLTIMA VOLUNTAD EN UNA CARTA

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Una familia de León vivió ayer una intensa jornada de duelo al ver que la mascota de la pequeña Susana Sánchez -un conejo común de color negro y blanco llamado Borrachito- decidía poner fin a su vida por propia voluntad. «Se llamaba Borrachito porque le gustaban mucho los borrachitos y los dulces y las galletas pero sobre todo los borrachitos. Pero ahora ya no está, dice mi madre que era la voluntad del conejo donar su cuerpo a una paella y nos lo hemos comido».

«Mi hija estuvo buscando al conejito durante toda la mañana. Luego vio que había arroz con conejo para comer, entendió la situación y se puso a llorar. Costó mucho tranquilizarla pero le explicamos que había sido el propio Borrachito quien así lo quiso y poco a poco fue calmándose» explica la madre de Susana. «Al final le enseñamos una carta firmada por el propio conejo donde expresaba que su último deseo era fundirse en un festival de arroz y color para formar parte de algo superior. Ha sido ella misma la que ha visto que se trata de un suceso extraordinario y ha insistido en llamar a la prensa para que todo el mundo pueda honrar la memoria de Borrachito».

La carta en la que el animal se despide de Susana.
La carta en la que el animal se despide de Susana.
«Yo ya le he explicado a mi hija que se notaba que Borrachito quería tener el final que tuvo. Se ha sacrificado por nosotros y eso es de agradecer. Cuando cocinábamos arroz con verduras le miraba a los ojos y notaba que él sabía que a ese arroz le faltaba algo. Creo que llevaba meses esperándolo y ya no ha podido más. Tuvo que suponerle un gran esfuerzo tener que aguantar todo este tiempo sabiendo que su sitio, su destino final, estaba en otro lugar» dice Juan Sánchez, el padre de la niña. «Más allá de la nota que el propio conejo escribió delante de mí y de mi mujer, la prueba definitiva de que él realmente quería acabar así es que el arroz estaba riquísimo».

Borrachito, que llegó a la casa familiar el pasado enero, era un conejo de hábitos tranquilos. Adoraba las zanahorias y los bizcochos, que Susana le daba siempre que podía. Juan, sin embargo, procuraba alimentarlo con pienso y no le gustaba que su hija le diera comida inapropiada. «A papá Borrachito le gustaba mucho. Siempre estaba acariciándole la barriga y pesándolo para vigilar que estuviera bien de salud. Creo que es el que está más triste», dice Susana. «Está tan triste que dice que va a comprar otro».

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