La cumbre financiera del G-20 celebrada en Londres terminó ayer con una desagradable polémica suscitada a raíz del comportamiento de Nicolas Sarkozy y Gordon Brown, que se mofaron del presidente de Chipre aludiendo a su aspecto físico y sin importarles que hubiera cámaras delante. Sus comentarios pretendidamente jocosos animaron también a otros estadistas, que secundaron las burlas ante la mirada atónita de la canciller Angela Merkel, que fue quien dio un metafórico puñetazo en la mesa para «reconducir una actitud impropia y vergonzosa». El presidente Dimitris Christofias agradeció el gesto de la alemana aunque reconoció que estaba «acostumbrado a que hagan eso, lo único que ha cambiado es que ahora lo ha visto todo el mundo». Merkel ha ofrecido todo su apoyo al presidente y a los chipriotas, y ha acompañado a Christofias a tomar un batido en las inmediaciones del recinto ferial que acoge la cumbre.
Christofias se añadió tarde a la reunión del G-20 y ni siquiera tuvo la oportunidad de posar en la foto de familia, hecho que Sarkozy quiso enmendar alegando que «una foto sin el Christofias es como una pizza sin anchoas». El chipriota optó por ignorar sistemáticamente las burlas, aunque estuvo a punto de perder los nervios cuando el mandatario inglés Gordon Brown lanzó unas monedas al suelo y exclamó: «que alguien me ayude a recogerlas, pero no os confundáis y me metáis al enanito chipriota en el monedero, que paso de los Tamagotchis».
Incluso José Luis Rodríguez Zapatero, siempre muy correcto en sus apariciones públicas, aseguró que «debería haber traído a la cabra de la Legión para que jugara un poco con él, aunque no sé quién montaría a quién». Incluso Obama dejó escapar una sonora carcajada, tras la cual Sarkozy aseguró que «hasta el moreno se peta». El comentario enfrió súbitamente la charla, y fue entonces cuando Merkel emplazó a los asistentes a la cumbre a retomar «los temas de fondo que hemos venido a tratar», hecho por el cual fue llamada «gorda aguafiestas».