La evaluación, aparentemente encargada por el mismo ministro, ha concluido que las entidades de gestión «actúan únicamente en beneficio de los autores, los cuales no podrían llevar a cabo su trabajo sin la labor de recaudación de las mismas». Uno de los periodistas preguntó por algunas de las presuntas irregularidades y auditorías pendientes de la SGAE. César Antonio Molina, que balbuceó al contestar y se mostró dubitativo en un primer momento, recuperó su habitual seguridad cuando el misterioso hombre de negro que siempre le acompaña carraspeó y levantó una ceja sin quitarle la vista de encima.
Pese a su impecable trabajo, son muchas las voces que creen que el actual ministro de Cultura se muestra demasiado generoso en sus concesiones a las entidades de gestión y lo consideran un títere de Teddy Bautista, presidente de la SGAE. Ésta, que sigue empleando una metodología de recaudación basada en la presión judicial a particulares -tiendas de informática, empresas de autobuses, restaurantes y bares de copas- contratando a detectives de incógnito, mantiene que la gestión del ministerio es libre e independiente. «Nosotros, que por algo somos los que estamos del lado de los autores y conocemos su problemática, hacemos llegar sugerencias al gobierno. Si el ministro las escucha es porque sabe lo que es mejor para la sociedad española, para él mismo y para sus seres queridos. Es un hombre inteligente que, hasta hoy, se ha cuidado mucho de tomar decisiones equivocadas» comentaba Bautista por teléfono esta mañana.