El portavoz adjunto de Greenpeace España, Maurizio Farniente, ha anunciado esta mañana en rueda de prensa que la organización no gubernamental ya ha agotado su paciencia con Nintendo: «vamos a pasar de las peticiones amables que hasta ahora estábamos haciendo a los actos, estamos dispuestos a llegar hasta el final acudiendo si hace falta al tribunal de Estrasburgo». Junto a Dolores Parmalat, de la asociación PETA, Farniente ha censurado duramente la comercialización de juegos que «atentan contra la convivencia pacífica entre hombres y animales». Tanto Greenpeace como PETA aseguran que «los Pokémon enseñan a nuestros hijos que es divertido criar animales para que se destrocen unos a otros con poderosos rayos de energía de diversa índole, y eso es tanto como decir que las peleas de gallos son entretenidas». Asimismo, el portavoz de Greenpeace ha mostrado a los periodistas documentos que certifican que «algunos niños entrenan a sus periquitos y a sus hámsters para causar destrucción y muerte, por suerte con escaso éxito».
El otro blanco de las iras de los ecologistas es la saga de Mario Bros. Greenpeace denuncia que «el trato que se da a tortugas y hongos en estos videojuegos es perverso y equívoco», haciendo referencia a la costumbre de los hermanos fontaneros de saltar sobre estos especímenes reiteradamente y de utilizar sus cadaveres como proyectiles. El portavoz de Greenpeace ha cerrado la rueda de prensa pidiendo a Nintendo España «la retirada total de todos los juegos de Pokémon y de Mario Bros, incluyendo también el merchandising relacionado, estableciendo además una política de autocontrol por el derecho a vivir de las especies naturales virtuales: no podemos dejar que se sigan pisoteando los derechos de los animales ni los caparazones de las tortugas».