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Un hombre deja el trabajo para pasar más tiempo con su coche

NUEVO OPEL ASTRA GTC PATROCINA: ESPECIAL HOMBRES EN ESTADO

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Las siempre prometidas «políticas de conciliación familiar» tardan en llegar y son cada vez más los que se ven obligados a abandonar sus puestos de trabajo para poder estar con los suyos. Y Lucas, el célebre caso del hombre «en estado de buena esperanza», no es distinto. «Tener un retoño como el que voy a tener, con sus cuatro ruedas, sus faros Bi-Xenon y su diseño frontal dinámico y audaz es una ocupación a tiempo completo. El milagro de la vida, muchachos», bromeaba con sus compañeros de oficina en su último día de trabajo.

Según su mujer, Lucas tenía la intención de compaginar su trabajo con el coche, pero cuando los nuevos Opel Astra GTC empezaron a llegar a los concesionarios cambió de parecer. «Y sobre todo cuando nos empezaron a llegar las primeras fotos del que sería el nuestro… Ya se le empiezan a apreciar las ruedas, las puertecitas, los farocillos y un diseñito muy audaz que parece que vaya a salirse de la foto e irse directo al circuito», comenta Ester mientras enseña la foto que tienen colgada en la puerta de la nevera. «Lucas se la ha puesto de fondo de escritorio en el ordenador del trabajo, al que no volverá hasta estar preparado. Bueno, volverá un día con el carro a la oficina, pero solo para enseñarlo y que se les caiga la baba a los demás».

«Es el momento de centrarse en las cosas importantes de la vida»

La decisión de Lucas radica en que no quiere perderse los primeros kilómetros de su retoño «por estar currando» o no ser él quien ponga polvos de talco en sus ruedecitas para que no se escueza… «Es comprensible que quiera vivir todos esos momentos irrepetibles», argumenta Lucas, mientras se acaricia la barriga, cada vez más hinchada. «Hay gente que luego en su lecho de muerte se arrepiente de no haber pasado más tiempo con su coche y haber desperdiciado sus mejores años en una oficina. Eso no va a ocurrirme a mí, pienso llevarle a pescar, a correr y a lo que haga falta. Llega un momento en el que las prioridades de tu vida cambian «.

Un par de veces por semana, Lucas se reúne con el resto de amigos de su grupo que están como él y se pasean por los concesionarios para mirar «angelitos» como los que ellos están esperando para decir todos al unísono con voces muy agudas cosas como «uy, uy, uy» o incluso «bichito, bichito, ay, ay, ay, te comería con ruedas y todo». Algunos ni siquiera pueden contener el llanto. «Es que los ves tan tiernos y te gustan todos, no sabría escoger. Eso sí, en cuanto tenga el mío… este papaíto no tendrá ojitos para otro», dice Lucas.

«No puedo esperar a que venga a despertarnos a la cama los sábados por la mañana, saltando en el colchón y derrapando entre las sábanas», concluye Ester, cada vez más ilusionada con la futura «paternidad» de Lucas.

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