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Se compra una tele de plasma para jugar con la caja

PODRÍA PADECER UNA REGRESIÓN A LA INFANCIA

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Fernando Talavera.
Su esposa, que no descarta que su marido esté padeciendo una regresión a la infancia, está preocupada por el comportamiento de su marido, aunque sobre todo le fastidia el derroche de dinero. «Si lo que quería eran cartones, que saliera a la calle a buscarlos; aunque claro, él dice que no es lo mismo, que él lo que quiere son cartones de marca y que sean nuevos». Sus hijos han utilizado el televisor -que costó mil quinientos euros en El Corte Inglés a pagar en cómodos plazos hasta abril- para construir una canasta en la terraza clavándole una vieja rueda de bicicleta.

Fernando Talavera, demasiado ocupado jugando con el porexpán, no ha querido extenderse en sus declaraciones. Sin salir de la caja, ha dicho que en cuanto termine de pagar el televisor adquirirá un nuevo modelo de Panasonic de 52 pulgadas, el más grande del mercado. «Me podría hacer un fuerte enorme para mi señora y los niños y hasta la abuela», dice. Y tampoco descarta las posibilidades que tal caja ofrecería como segunda residencia. Su mujer cree que, tras perder el empleo, la caja de cartón es el único sitio donde Fernando se siente seguro.

Las marcas de electrodomésticos reaccionan.

Cajitas de cartón para decorar.
El nuevo producto de IKEA.
Fuera de nuestras fronteras, el caso de Fernando Talavera no sería una anécdota sino la constatación de una tendencia de mercado. «En Estados Unidos y Japón estamos empezando a vender televisores de plasma sin televisores de plasma. Es decir, cajas vacías» dice Pedro Navarrete, director de SONY en España. «Las vendemos al mismo precio, por supuesto, y como si realmente hubiera un televisor dentro. Ningún adulto las compraría si no. Pero a la marca le sale mucho más barato y luego el cliente no tiene que pensar qué hacer con un aparato que no necesita, que pesa mucho y que ocupa mucho espacio. Pese a la campaña publicitaria, con los conejitos y tal, no hemos llegado a fabricar una sola SONY Bravia. El modelo ni siquiera existe».

El caso de Apple es muy similar. La empresa de Cupertino se dio cuenta de que muchos clientes adquirían sus ordenadores sólo para poder exhibir el cuidado packaging encima de la estantería o debajo del escritorio, de manera falsamente despreocupada. Para el año que viene han llegado a un acuerdo con IKEA, que distribuirá cajas de iPods y ordenadores a un módico precio y sin el molesto aparato del interior.

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