Esta mañana, en el aeropuerto de Madrid, un perro ha sentido pavor al darse cuenta de que es policía. El animal se encontraba oliendo maletas en la Terminal 2, acompañado de varios agentes, cuando de pronto ha caído en la cuenta de cuál es su profesión. El perro, llamado Pepo, ha intentado escaparse, pero un agente lo sujetaba con una correa y no ha podido irse a ninguna parte.
El can teme que su familia, una estirpe de perros callejeros saqueadores de cubos de basura, lo rechace al enterarse de cuál es su verdadera profesión. A Pepo nunca le ha gustado la autoridad y se ha sentido muy mal al enterarse de que pertenece a ella. El animal tardó en darse cuenta porque no tiene placa, no tiene sueldo y jamás ha pisado una comisaría. «Pensaba que a mis dueños les gustaba vestirse todos igual e ir de paseo a la zona de embarque del aeropuerto», lamenta.
Inmerso en una fuerte crisis de identidad, Pepo ha gritado «¡Agua!» al verse reflejado en un charco y ha huido de sí mismo. Desde que tuvo su revelación, el perro no se relaciona con otros animales por temor a que le tengan miedo y ya lleva un día entero sin oler ningún culo. A Pepo le encantaría dejar su trabajo, pero no le dan elección, puesto que lo llevan de una zona del aeropuerto a otra sujeto con una correa. «Soy policía y preso a la vez», reflexiona.
Incapaz de abandonar la policía, el perro ha empezado a ignorar la droga que hay en las maletas del aeropuerto, negándose sibilinamente a hacer su trabajo. «Ya que no puedo salir, destruiré la policía desde dentro», se ha prometido a sí mismo.
