La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española convocó a varios académicos de la lengua a principios de esta semana en su sede de Madrid. Aunque al contactarles se les habló de «estrategias para poner al día el lenguaje eclesiástico», los expertos pronto comprendieron que el objetivo era mucho más concreto: hallar sinónimos de la palabra «amnistía» que no dieran pie a lecturas políticas o ideológicas.
«Con toda la ingenuidad del mundo, preguntamos en qué fragmentos bíblicos aparecía el término, pero respondían muy incómodos y con evasivas, hasta que al final quisieron saber si estábamos al tanto de la polémica de los abusos a menores», relata el hispanista Chema Lajarínez. «Yo respondí que por supuesto que estaba al corriente, y que difícilmente podría olvidar al padre Caprinas, de los jesuitas», explica. Otro compañero filólogo cuyo nombre se ha preferido mantener en el anonimato rompió a llorar tras afirmar que los curas fueron los primeros en ponerle en contacto con la lengua.
Los teólogos y prelados presentes en el encuentro insistieron en que los sinónimos más socorridos de la palabra «amnistía», como por ejemplo «indulto», «condonación» o incluso «absolución», muy empleado en su propio ámbito, les parecían demasiado poco neutrales, «como si dejaran impune algo muy grave, y querríamos quitarle peso al concepto».
Como ninguna de las propuestas ofrecidas por los académicos llegó a cuajar, la Conferencia Episcopal suspendió el evento y acordó reunirse más adelante con el Partido Popular en la sede de Génova, argumentando que «al fin y al cabo será con ellos que abordaremos este asunto cuando llegue el momento».
