Alberto San Miguel, un padre de 37 años, ha lamentado que lo hayan sentado al lado de su hijo en el avión con destino a Londres que ha cogido a primera hora de esta mañana. San Miguel llegó al aeropuerto con la esperanza de tener un viaje tranquilo, pero al facturar las maletas y recibir los billetes ya vio que le tocaba justo el asiento de al lado de su hijo de dos años.
Aunque el padre miró a los asistentes de vuelo esperando que le ayudaran, finalmente ha tenido que resignarse a viajar con su hijo. “Yo solo quería tener un par de horas tranquilas leyendo o viendo un capítulo de mi serie favorita”, se ha sincerado. “Ahora tendré que ir todo el trayecto incómodo y escuchando llantos”, ha añadido con frustración.
A medida que ha ido avanzando el vuelo y el niño se ha ido portando mal, la paciencia del pasajero se ha ido agotando. «Siempre me toca, macho, qué puta mala suerte, todo el rato llorando”, se ha quejado. «Y la madre pasando, macho», ha protestado. La madre, Isabel Bruño, se ha quedado dormida antes del despegue y lleva una hora con la cabeza pegada a la ventanilla, desentendiéndose de su marido y de su hijo.
“Esta tía se cree que puede ir a su bola porque los demás seremos comprensivos, pero todo tiene un límite”, lamenta San Miguel en referencia a su esposa. Cada vez más padres como él consideran que los aeropuertos deberían tener guarderías donde dejar a los niños los días que duren sus viajes.
