La escasez de gasolina y gasoil, agravada por la falta de conductores de camiones cisterna que arrastra Inglaterra a raíz del Brexit, está obligando a la ciudadanía británica a propulsar sus coches con la energía que libera su propia arrogancia.
«El Brexit nos ha ayudado a darnos cuenta de que ni siquiera necesitamos la gasolina», ha señalado hoy Elizabeth Jones, directora de Logistics UK, una de las asociaciones de transporte de mercancías más grande del Reino Unido. «Aunque uno acaba con contracturas en el cuello por culpa de la rigidez, la realidad es que los vehículos alcanzan velocidades de vértigo sin necesidad de otro combustible que no sea la grandeza de nuestro reino», explica.
La necesidad está llevando a los camiones cisterna a moverse por la presión que ejercen en ellos las miradas enfurecidas de los británicos. «Miras al camión como acusándole de enfrentarse a la nación más grande del mundo y ves cómo, acobardado, va desplazándose solo sin poder esconder su humillación», comenta un cliente desde una estación de servicio de British Petroleum del centro de Londres.
El Gobierno británico calcula que, antes de Navidad, los ingleses habrán aprendido a canalizar su sentimiento de superioridad para que los coches, los camiones y, en general, «toda la economía», se muevan sin necesidad de recurrir a recursos de fuera.